Mi Abuela

Mi abuela nació en Tremor de Abajo, El Bierzo, en 1932. No pudo ir a la escuela todo lo que hubiera querido pues colaboraba en el cuidado del ganado y en las tareas familiares como muchas otras muchachas. Para muchas familias la mano de obra de sus hijos e hijas era un recurso más para la subsistencia del hogar.

Se casó con un joven del pueblo cuando tenía veintitantos años. En su primer año de nupcias falleció su primogénito, con tan solo un mes de vida, y meses después su marido. Sus ahorros fueron expoliados. Dicha situación obligó a aquella mujer, recién enviudada, a recoger las riendas de su vida y buscar un trabajo que le proporcionara un sustento.

El Bierzo es, y ha sido, una cuenca minera muy prolífica. Ha habido numerosas explotaciones de minerales como el oro, el hierro, el wolframio y el carbón. Mi abuela fue una mujer en negro: una carbonera. Allá por el año 1952, cuando las heridas de la guerra todavía asolaban en las necesidades de la población, comenzó a trabajar en la explotación minera de Antracitas de Brañuelas. Un trabajo duro donde los haya, eran otros tiempos, los de las mujeres sufridas.

Su puesto de trabajo era en el lavadero donde posteriormente cargaba el carbón en vagones. Se levantaba de madrugada y caminaba, junto con más mujeres del pueblo, alrededor de 10 kilómetros para llegar a la mina. Pasaba más de 8 horas trabajando por un sueldo de 6,50 pesetas al día. Los hombres que menos cobraban doblaban su sueldo, los picadores cobraban 16,75 pesetas. Estuvo tres años, cerca de cuatro. Sus piernas estaban del color del carbón, a veces sucias otras amoratadas por los golpes de la faena. Las mujeres aprovechaban los trabajos que los hombres les permitían; ellos aseguraban que ellas nunca trabajaron dentro. Algunos testimonios cuentan lo contrario, las más intrépidas lo hicieron a espaldas de la ley.

Años más tarde, en 1958, se casó por segunda vez y tuvo tres hijos. En casa de mis abuelos siempre había gente de pensión. Mi abuelo era ebanista y mi abuela se encargaba de las labores del hogar y el ganado. Un día se presentó una oportunidad de cambio cuando el cartero del pueblo, Joaquín, se iba a jubilar. Mi abuelo lo sustituyó durante tres años hasta que la plaza- oposición se hizo pública. Hasta ese momento, mi abuelo y mi madre repartían la correspondencia por los pueblos cercanos.

Cuando se publicaron las oposiciones de Correos para la comarca de El Bierzo se presentaron tres mujeres. Mi madre había ayudado a mi abuela a preparar el examen. Habían repasado las operaciones básicas y la lectura. Durante su niñez mi abuela había ido a la escuela, sí, pero necesitaba desempolvar todo aquello para superar exitosamente la prueba de acceso. Y así fue, en 1974 comenzó a trabajar como funcionaria de Correos en la comarca de El Bierzo.

Rosalía se convirtió, junto con aquellas otras dos mujeres, en las primera mujeres cartero de la zona. Otro hito, otra hazaña de una mujer luchadora y adelantada a su tiempo. Tras varios años se jubiló del servicio, agradeciéndole su labor y entrega dedicada.

Andrea Garcia Pozo